Hundiendome en mis pensamientos [libre]

Regrese a mi casa rapidamente despues de haber estado con Sébastien... no sabia que hacer como decirles a mis padres que estaba con el, que planeabamos tener un futuro juntos. Como no estaban intente escribir una carta, varios borradores termianron en la basura. Estaba enojada conmigo misma por no saber como.

Me pasee violentamente por mi habitacion, traia puesta la gabardina que me habia dado despues de haber acabado con mi ropa. Me venia grande y apestaba un poco pero no me importo me enfoque en el objetivo.

-¿Y ahora que hago?- dije muerta de nervios.

Solté un bostezo, aún con la fuerza y resistencia proveniente de los licántropos, había estado días completos haciendo guardia en el castillo, necesitaba un descanso.
Entré al castillo con lentitud, oyendo como cada paso de mis pies dejaba un eco audible que se expandía hasta las paredes.
No podía dejar de pensar en la cómoda cama de mi cuarto, cálida, confortable y suave...mis párpados bajaban por si mismos de sólo pensarlo.
Recordé que necesitaba permiso de los reyes o la princesa para dejar mi puesto y descansar un poco.
Divisé el cuarto de Vitya y toqué la puerta con ligereza, con los nudillos.
Esperé a que me ordenara pasar y así lo hice.
La joven se veía alterada y nerviosa, pero no podía preguntarle nada. No tenía suficiente confianza.
-Princesa...sólo quería pedirle permiso para descansar un poco. He estado montando guardia un largo tiempo y estoy exhausta.
Tenía un olor algo desagradable, pero me apresuré a disimularlo, aunque costó no arrugar la nariz.

Me sobre salte al oir los toquidos en la puerta, era Diana que venia a pedirme permiso para descansar, me sentia realmente abrumada, yo sola sin saber que hacer, sin pensarlo me hecho sobre sos brazos para abrazarla.

-Lo..Lo siento- murmure despues aun en sus brazos.

Lo que ocurrió después fue demasiado para mi pobre cerebro nublado por el cansancio.
Vitya saltó de su lugar para arrojarse sobre mí en un abrazo, y llorar sobre mi hombro.
Podía sentir sus lágrimas calientes en mi ropa, y sus palabras entrecortadas.
Me sorprendí en primera instancia, luego intenté relajarme y darle unas suaves palmadas en los brazos, para que se calmara.
-Tranquila...-murmuré, conduciéndola lentamente hasta su cama, para sentarla allí, me puse junto a ella rápidamente - cálmese, no se preocupe -le sonreí ligeramente para inspirarle confianza, esperaba que no le estuviera ocurriendo nada grave, como una enfermedad o algo parecido -. Dígame, ¿qué le ocurre?

-Diana... estoy con Sebastien... y no se como decirselo a mis padres- le dije sinceramente, ella siempre habia sido mi compañia y tenia que saberlo.

Simplemente la miré, con ojos incrédulos, sin aportar una palabra.
Eso explicaba su aroma poco agradable.
¿Cómo podía ser posible algo así? ¿Cómo alguien con una sangre intachable como la de los licántropos podía estar con un parásito, una sanguijuela, un chupasangre?
¿Cómo era...posible?
-¿Sébastien? ¿El príncipe vampiro? -tenía que estar segura, mi voz se oyó ahogada. Era un asunto repugnante, y sorprendentemente incómodo -. Por favor, dígame que es una broma de mal gusto.-supliqué, negando mi cabeza lentamente. Aún no entraba en mi mente algo así.

Negue con la cabeza despacio. -No es ninguna broma, Diana. Estoy con el principe de los vampiros- le dije entre sollozos.

Vi como sollozaba, fuertes temblores se apoderaban de mí, de nuevo.
El asunto simplemente no entraba en mi cabeza. ¡Estaba rebajándose al nivel de los vampiros!
El animal dentro de mi se debatía por salir, de pura cólera. Pero tomé aire y lo solté varias veces, intentando calmarme.
No podía decirle lo que pensaba. Ella era la princesa, le debía respeto incondicional. Vitya sí podía decir lo que quisiera de mí, yo era una simple guardia.
-¿Sabe que está rebajando nuestra especie, verdad? -solté, en voz baja, y pronto me mordí la lengua, no pude evitarlo -. Lo siento, fui algo imprudente.-en realidad no lo sentía, pero no podía decirle algo como eso.

Me separe de ella para observarla mejor, meti mis manos en las bolsas de la gabardina de Seb y me sente en la orilla de la cama, algunas lagrimas aun resvalaban por mis mejillas.

-Rebajarse seria actuar igual que ellos- le dije tranquilamente -No te preocupes, creoq ue mis padres reaccionaran peor.

-Entonces, ojalá me esté equivocando -dije, de la misma forma. Si ella acababa actuando como un despreciable vampiro sería un desperdicio para nuestra raza.
Intenté calmarme...tal vez fuera sólo algo pasajero...después de todo, el amor de verdad no existía. ¿Cierto?
No, claro que no.
El sólo pensar en ese Sébastien, caminando libremente por nuestras calles. Con piel pálida como la nieve, cetrina, y llenando el aire puro con su fétido hedor vampírico...tuve que sacudir la cabeza para alejar de mí esos horrendos pensamientos.
-¿Cuándo se lo dirá al rey y la reina?-si tenía suerte tal vez ellos lo prohibirían...tal vez acabarían con esa relación enfermiza.

Lanze un supiro.

-No lo se, pense escribirles una carta... pero me parece que es mejor decirselo de frente- le conteste.

Asentí con la cabeza ante su breve respuesta...los reyes no se pondrían felices ante eso. Reaccionarían igual que yo, eso era obvio. Tal vez con más agresión verbal, ya que ellos podían expresar abiertamente lo que pensaban.
Hubo un largo silencio, mientras ella limpiaba sus lágrimas y yo pensaba con frialdad en el asunto.
Pude notar como mis párpados bajaban con insistencia, el cansancio seguía apoderandose de mí lentamente.
Me levanté de la cama, y di un par de pasos alrededor de la habitación para despertarme.
-¿Qué hará cuándo...ya sabe...expresen su reacción?-ambas sabíamos que el rey y la reina estarían desconformes, yo me encontraba de espaldas a la princesa, intentando despertar mi cerebro.

-¿Yo? Seguramente me linchan antes de aceptar mi decision.- me recorrio un escalofrio al pensar en la reaccion de mis padres, serguramente no serian benevolos conmigo -Pero debo intentarlo.... Diana... lo amo- realmente me costaba trabajo decir eso en voz alta. Mas por lo que eramos, educados para odiarnos y terminando juntos.

Parpadeé repetidas veces ante su última frase.
Aun tenía una idea extraña sobre el amor...
Creía en el afecto, en el cariño, en el cariño que se puede sentir por tu familia o amigos...pero...¿El amor?
Nunca había conocido a alguien que me deslumbrara o me quitara el aliento como en las obras románticas que había leído en mis ratos libres.
Nadie que embriagara mi corazón y derritiera el mundo a mi alrededor. Nadie que me animara con su sonrisa, que me extasiara por su voz o me calme por su mirada.
No, a nadie.
Y (aunque nunca lo diría frente a Vitya, ya que despertaría su ira con seguridad) tampoco estaba viendo amor en ese momento...su relación con Sébastien era algo más como...un capricho. La emoción del amor prohibido. O por lo menos eso parecía ante mis ojos.
Aun no tenía pruebas del amor verdadero ante mis ojos, por lo que aun no creía en él.
-Ya veo...-dije, simplemente. No iba a compartir mis ideas con ella, aun no llegabamos a ese punto de confianza - tranquila, cualquier reacción que tengan, podrá enfrentarla.-le aseguré, volteandome y sonriéndole ligeramente.
De acuerdo, su amor aun no convencía del todo, pero no era razón para no intentar calmar a Vitya.

-No creo que pueda contra la ira de mi padre- realmente estaba muy nerviosa, me senti desfallecer, amaba a mis padres pero no estaba sergura de que ellos pudieran entender esto.

Una mueca extraña se dibujó en mi rostro. A pesar de mi relativamente corto tiempo en el castillo, apreciaba a Vitya, era casi como una hermana. Ella me tenía mucha confianza y, a pesar de no poder compartirla aun, me sentí mal al verla tan abatida.
El asunto de que estuviera con un vampiro era simplemente repugnante, inconcebible...y hasta despreciable (tuve que reprimir un temblor de nuevo), pero decidí omitir ese detalle por ahora.
-Tranquila, en serio. Si quiere...puedo ayudarla. De alguna manera se acostumbrarán a la idea, aunque tome tiempo.

-Mucahs gracias Diana... me gustaria que lo conocieras- si me iba a ayudar con todo esto creo que eso es un buen principio.

Fruncí el ceño ante la invitación de Vitya, sin poder evitarlo.
Podía comprenderlo...pero no aceptarlo, ni mucho menos tomarlo como algo normal. No sería bueno conocer al vampiro en tan poco tiempo.
-Tal vez...luego de un tiempo...-murmuré, dubitativa.

-Gracias por escucharme... creo que me pase con el abrazo lo siento mucho- le dije entre apenada y agradecida.

-No te preocupes. Todos necesitamos desahogarnos de vez en cuando -murmuré, sonriendo levemente -. Guardar las penas sólo te quiebra por dentro, y duele mucho más.
No supe qué más decir después de eso, por lo que sólo dejé que mi mirada se perdiera en un punto muerto del aire, observando sin observar.

-Diana te ves algo cansada, ¿no quieres irte a dormir un poco?- le pregunte no se veia muy bien.

En efecto, tampoco me sentía muy bien. Podía sentir como mis párpados pesaban, y dolía parpadear.
-Creo que debería, Vitya -murmuré, acercándome a la puerta. Pensé que debería decirle algo más, después de todo, ella me había contado algo muy importante -. Gracias por tenerme tanta confianza -sonreí de lado-. Descanse.
Cerré la puerta detrás de mí, para dirigirme a mi habitación y dormir...por un par de años.

-De igual modo descanza mucho- le dije antes de que se fuera, se veia muy cansada y de algun modo tambien lo estaba aunque con tantas cosas en la cabeza me seria difcil descansar, me quite el abrigo de Sebastien y me puse mi pijama, me fui a la cama sin muchas ganas de dormir.

Fin.