Sin rumbo (libre)

Últimamente, mis recuerdos estaban más vivos que nunca.
Había pasado días seguidos recordando a mis padres adoptivos, soñando con ellos, mi padre enseñándome a tocar el piano, mi madre llevándome el desayuno...
El último recuerdo que tenía de ellos era su expresión aterrorizada al verme convertida en un mounstruo, en un animal sin control...
Cerré los ojos y pisé mas fuerte el suelo mientras caminaba por los largos, solitarios y fríos pasillos del enorme castillo.
La melancolía me atacaba, ¿cómo podía ser que mis padres verdaderos me hayan abandonado? ¿Acaso ya era tan insoportablemente odiosa desde bebé para que quieran deshacerse de mí?
¿Por qué tuve que arruinar la maravillosa relación que llevaba con mi única familia dejándome llevar por instintos? ¿Por qué no pude reprimir a la bestia que llevaba dentro? ¿Por qué tenía que ser tan débil?
Solté un gruñido, ahogado. En esos momentos me hubiera desplomado en el mismo suelo...pero no iba a hacerlo.
El pasado no dejaba de atacarme, y me impedía ver claramente al presente, y mi futuro parecía cada vez más nebuloso.
¿Mi vida estaba destinada a ser sólo una gran y borrosa mancha negra en el pavimento?
Llevé una mano por debajo de mi cabello, alborotándolo con desesperación, y resistiendo las lágrimas, de nuevo. No saldría ni una aunque mi vida dependiera de ello.
Suspiré y retomé la marcha.

Me sentía perdida, atrapada en una oscuridad que no me permitía ver adelante.
Además, la alianza con los vampiros no me convencía para nada...¿Y si todo acababa peor que la última vez? ¿Y si los vampiros volvían a gobernar y los Lycan volvían ser pobre sirvientes?
El mundo estaba girando de reversa, y demasiado rápido.
Buscar a mis padres biológicos no serviría, probablemente habrían muerto, o si vivían, ni siquiera me reconocerían.
Mirar al futuro me asustaba, de cierta forma...era obvio que nunca volvería a ver a mi familia. Ni adoptiva ni verdadera.
Además que ni siquiera sabría cuánto tiempo seguiría allí, de guardia...Probablemente toda mi vida. Era demasiado joven para compararme con los otros lycan, apenas tenia 21 años, cuando la princesa misma no estaba totalmente lejos de los 100...
Suspiré con exasperación, el asunto simplemente me desesperaba. Mi vida estaba demasiado enredada y al parecer nunca podría desatarla.
De pronto, como salidos de la nada, unos pasos ligeros llamaron mi atención. Tal vez si no tuviera el oído desarrollado perteneciente a mi raza, no los hubiera escuchado.
Me voltee con brusquedad detrás de mí, para ver de quién se trataba, por lo menos podía estar segura de que no era un repugnante parásito chupasangre, ya que no se sentía su efluvio alrededor.
El príncipe estaba parado a unos cuantos metros atrás. Lo saludé con un simple gesto de la cabeza, sin mucho entusiasmo.

Él se acercó con paso lento hacia donde estaba. Lo miré algo extrañada, apenas lo estaba conociendo, pero siempre parecía distraído, con la mirada perdida en el vacío, en su propio mundo, me preguntaba qué ocurriría cuando por fin bajara a la realidad...
-No se preocupe. Los pasillos son lugares libres -extendí los brazos, para mostrar la evidente extensión del lugar y luego los bajé con rapidez, ese tipo de cosas me hacían sentir inmadura -. Además, ya me dirigía a mi cuarto. Así que puede quedarse.
Ni siquiera pensaba en lo que estaba diciendo, me sentía fuera de lugar, mis pies estaban en el suelo, pero al parecer mi conciencia se había ido, aún veía las muecas de horror en el rostro de las dos personas más importantes de mi vida...y mis aullidos desesperados en mi faceta animal...
Sacudí la cabeza y miré el suelo, casi olvidando la presencia de Nikolay allí, mientras me disponía a dar la media vuelta y dirigirme a mi cuarto.
Tal vez dormir un par de años o tocar el piano me haría sentir mejor...aunque muy en el fondo sabía que sólo era una maldita solución temporal.

Una sonrisa curveada se dibujó inconcientemente en mi rostro, ya había tenido una conversación similar con Vitya, y ella había decidido mantenerse aparte y no hacer preguntas.
Ya podía ver muchas claras diferencias entre los dos hermanos.
-Mentiría si dijera que no es así –reconocí, cruzándome de brazos con lentitud y observándolo, a pesar de que él mantenía su mirada en el suelo -. Son sólo…recuerdos. Que últimamente me invaden más de lo que quisiera –expliqué, brevemente, no tenía por qué contarle detalles, y seguramente tampoco le interesaría conocerlos -. Nada que deba preocuparlo.-agregué, en el último momento, restándole importancia al asunto.
Nikolay también tenía un aire taciturno y casi melancólico, pero no iba a preguntarle qué le ocurría, no tenía autoridad ni derecho a hacerlo. Por lo que sólo me limité a bajar la mirada al suelo y recargarme sobre una de las paredes del pasillo.

-Eso me temo -asentí con la cabeza ante su comentario, sin mirarlo, manteniendo la vista fija en un punto muerto de las baldosas del piso, como si fueran tan interesantes como una obra de teatro.
Levanté la vista a observarlo, esta vez sí la sostuvo, lo cual supuse un cambio positivo.
-. Habla con mucha experiencia...¿Le ha ocurrido algo similar?-sabía que podía ofenderse, con toda razón, que un guardia se meta en la vida privada del príncipe no es algo bien visto ni mucho menos.
Pero, de todos modos, si lo hacía siempre podía usar mi don y convencerlo de que en realidad nunca le pregunté nada.

-Ya veo...-mi voz se redujo a un murmullo, mientras analizaba lo que acababa de decirme.
Me di cuenta de que mi pregunta había sido estúpida. Claro que a él no le ha pasado algo similar. Él sabe quienes son sus padres, él ha pasado una infancia privilegiada, durmiendo un cuna de oro y protegido por progenitores amorosos.
Él sabía quién era.
¿Yo? Cada vez tenía menos idea. ¿Cómo puede ser que sea una Lycan? ¿Mi padre biológico lo sería? ¿Tal vez mi madre? ¿Qué parte de mí era la más fuerte? ¿El animal o la humana?
¿Quién era...?
-Aun de no ser por los recuerdos, se ve apesadumbrado...-recalqué, con poca sutileza, arrepintiéndome casi al instante - ¿Sabe qué? Olvídelo, no sé cuándo cerrar la boca.

Repacé mentalmente lo que me había dicho unas cuantas veces. Al parecer él tenía mucha confianza y no le importaba que me entrometiera en sus asuntos privados.
A pesar de que me negara que nunca había pasado por la misma situación que yo...me decía que olvidar era imposible.
¿Qué tendría en el fondo de su conciencia que se hacía tan difícil de borrar? ¿Tendría métodos de escape, como yo?
-Entonces...creo que será bueno despejar un par de dudas -dije, olvidando por completo la formalidad, dejándome caer por la pared y sentándome en el suelo. Me estaba desubicando por completo, pero en ese momento nada me importaba, necesitaba desahogarme desesperadamente, llevaba días enteros pensando en ellos y por poco tenía insomnio -. Soy capáz de despejar su curiosidad si usted hace lo mismo conmigo.-esperaba que no se lo tomara a mal. Tenía ese estúpido miedo permanentemente en la cabeza.

Tomé aire, intentando pensar cómo resumir la complicada historia de mi vida en un par de frases sin que se aburriera o me gritara que me callara.
Volví a tocar mi cabello con una mano libre, alborotándolo lentamente, casi sin darme cuenta, mientras pensaba qué decir a continuación.
-Bueno…he vivido toda mi vida con padres adoptivos –le expliqué, con lentitud, midiendo cada palabra antes de dejarlas salir de mis labios, estaba algo insegura -. Ellos eran fantásticos, hicieron todo por mí y me cuidaron muy bien, pero…un día…perdí el control, me transformé frente a ellos…-murmuré, bajando la mirada de los ojos del príncipe, no podría continuar si lo seguía mirando, y más si había llegado a la parte que más me dolía.
-Como era de esperarse, se asustaron…mucho. Si sólo hubieras visto sus caras…me veían como algo irreal. Como un monstruo…-solté una risa sarcástica, sacudiendo la cabeza, nunca me lo dijeron, pero estaba segura de que sintieron eso, y no estaban nada lejos de la verdad – podría haberles hecho daño…escapé de mi hogar y luego de un tiempo llegué al castillo. Los reyes fueron increíblemente considerados en dejar que me instale y siempre se los agradeceré –le aseguré, volviendo a conectar mi mirada con la suya -. Es sólo que…no estoy segura de saber quién soy. ¿Entiende? No sé quiénes eran mis padres…si siguen vivos, por qué me dejaron, por cuál de ellos soy hoy una Lycan o…tengo demasiadas preguntas sin respuesta.
Finalicé el relato dejando caer la barbilla en mis manos, sentía como si una carga pesada se me hubiera quitado parcialmente de encima…el problema aun existía y persistía en mí. Pero por lo menos alguien más lo sabía, ya no tenía un secreto que me quebrara el alma a la mitad.

Rodé los ojos ante sus palabras, como si no supiera eso perfectamente y ya estuviera viviendo el dolor en cuerpo y alma...
-¿Recuerdas que los licántropos sanan rápido? Soy más fuerte de lo que parece -dije, algo terca. Nunca me había gustado demasiado compartir mi intimidad con otros, sólo que esta situación en particular lograba desesperarme como ninguna otra -. Gracias por escuchar. Creo que ahora le toca a usted...
Ya había cumplido mi parte del trato, y supuse que él también debería echar sus penas encima de mí, de la misma forma en que yo lo había hecho.
-¿Qué problemas ocasionan ese aire taciturno y melancólico?-le pregunté, reduciendo mi voz a un leve murmurllo.

Lo observé en silencio un par de segundos, o tal vez minutos, no pude tener en cuenta el tiempo que había transcurrido.
Era curioso como él, habiendo tenido todo lo que había carecido en mi vida, aun creyera que le faltaba algo, aun se sintiera abandonado, y que esa soledad lo estuviera oprimiendo de tal forma.
Era curioso como habría dado cualquier cosa para tener su vida, una familia estable, un título de realeza, un poder estable, años de experiencia...y Nikolay no estaba conforme con ella.
Bajé la mirada, sin poder reprimir una sonrisa. Tengamos lo que tengamos, nunca estaríamos satisfechos, era la ley de la vida, aplicada sin excepción.
-Es sólo mi opinión pero...creo que si usted mismo creó esa soledad, también puede crear una forma para salir de ella -era dificil bajar a tierra firme, ver la realidad y afrontarla, aceptar que en realidad hay personas a tu lado y no estas tan desesperadamente solo como las altas paredes negras te hacen creer...pero no imposible -. Si estar solo es lo que le hace daño, debería buscar compañía. Abrir los ojos, prestar más atención a los que lo rodean, como su familia.-no estaba segura de que mis palabras le darían algun efecto, casi siempre cuando una persona está deprimida pocas cosas le hacen cambiar la forma de pensar, y las palabras de una persona apenas conocida no era una razón válida para hacerlo.

-Lamento no poder ayudarlo, pero no soy la más indicada para hablar de autocontrol...-negué con la cabeza lentamente, aún temía por el animal que se encontraba escondido en mi, y que podía salir ante el más mínimo enojo...por ahora me estaba controlando pero...me estaba volviendo débil (y cada vez lo notaba más), no sabría cuánto tiempo podría aguantar escondiendo la fiera dentro de mi cuerpo.
- Nada es fácil, siempre hay que aguantar algún dolor pero...en la mayoría de los casos, se acaba solucionando -aunque ese no era mi caso, por supuesto, encontrar a estas alturas a mis padres biológicos simplemente estaba fuera de cuestión, además, con el nuevo pretendiente de Vitya, al parecer el reino estaría en peligro dentro de poco...necesitaba estar alerta, segura, necesitaba ser útil, y olvidar ese asunto de una vez -. En el fondo, la solución está dentro de uno. Yo sabré cómo resolver mi problema y, diga lo que le diga, usted sabrá como resolver los suyos.

Observé con parsimonia como dejaba su postura arrodillada y tomaba asiento a mi lado. Sus palabras hicieron que me sintiera identificada, de nuevo. Controlar el lobo que habíataba dentro de los licántropos era increíblemente difícil...y, por quienes me habían hablado, hasta los más experimentados pueden llegar a sobrepasarse en momentos de enojo.
-Sé lo que se siente. El no poder controlarse...ni siquiera ahora puedo del todo -dije, volviendo a llevarme una mano bajo el cabello, no estaba segura de por qué, pero creo que se me había vuelto una especie de movimiento automático. Asentí con la cabeza distraídamente ante su última frase -. Parece que las cosas vendrán complicadas...vampiros en el reino...-cerré los ojos unos momentos, intentando no imaginarlo.