Intentando relajarme (libre)

Los últimos días habían sido confusos, duros, rápidos. Demasiado rápidos.
Conocí a una híbrida, cuando creía que en realidad eran sólo un mito, tuve que contenerme a atacarla ya que la mitad de su ser era como yo...la princesa del reino, la de sangre más pura, mantenía una relación con el príncipe de los vampiros...una sanguijuela, un parásito.
Aunque lo intentara, una y otra vez, aun tenía mente cerrada. Los vampiros debían estar por un lado y los licántropos por otro. Así había sido siempre...¿Por qué cambiar ahora?
La respuesta más clara era el amor...el amor incondicional y a veces ciego...
Me llevé una mano al cuero cabelludo mientras caminaba hacia mi habitación...Nunca había sentido algo como eso...Si nunca había sentido algo parecido a ese amor demente e incuestionable...¿Era anormal? ¿Me faltaba algo?
Sacudí la cabeza, mirando el suelo. Pensar en ello sólo me confundiría, y no arreglaría nada.
Divisé mi piano y sonreí por primera vez en el día, finalmente me relajaría un poco...
Coloqué mis dedos sobre las pulcras y perfectas teclas blancas, cerrando los ojos y disfrutando el sonido celestial que estas producían.
Mis dedos se movían solos, y al poco tiempo estaba tocando mi melodía favorita lentamente, sintiendo como si una carga se despegara de mis hombros, como si la gravedad ya no me aplastara, como si tuviera peso pluma.

La noche habia sido largar, bastante larga. Cosas que no esperaba habia sucesido. Jugue con la argolla que ahora reposaba en el dedo de mi mano izquierda.

Camine hacia mi habitacion pero algo en primer piso me hizo detenerme. Me volvi al cuarto de un guardia y tocque la puerta. Salia un sonido hermoso.

Estaba completamente concentrada, pensando sólo en la nota que vendría después de la que acababa de tocar.
El sonido del piano era una de las pocas cosas que podían calmarme, hacer olvidar mis problemas, preocupaciones, todo...
Recordaba cuando mi padre adoptivo me había enseñado a tocar, como se lo había rogado, y como debía sentarme sobre sus piernas para poder alcanzar las teclas.
Una pequeña lágrima amenazó con salir de uno de mis ojos cerrados, pero lo impedí.
A veces olvidaba lo mucho que extrañaba a mi vieja familia, había reprimido mis recuerdos con ellos de tal manera que a veces creía que en realidad no habían existido.
Lo único que me animaba era saber que eso era lo mejor, no estaba completamente experimentada en mis transformaciones (aunque ahora tampoco), tal vez les habría hecho daño...y nunca me perdonaría algo así.
De repente, entre la estruendosa música que estaba produciendo se oyeron unos débiles golpes en la puerta.
Levanté los párpados con rapidez, pude notar que mi visión se estaba tornando borrosa, y me sequé los ojos con la manga, quitándolos del piano. No me gustaba sentir debilidad frente a nadie.
-Adelante.-dije, con voz serena.

Entre lentamente a su habitacion, estaba sorprendida de lo bien que tocaba nunca la habia oido hacerlo.

-Hola- dije parandome unto al piano, ella siempre me inspiraba confianza, sin saber por que.

Quien tocaba a mi puerta era la princesa Vitya, quien entró con lentitud hasta posarse junto al piano.
Sonreí ligeramente y bajé la tapa de madera lustrada que cubría las teclas.
-Buenas tardes, princesa -dije, recordando mi lugar -. Disculpe, ¿el ruido la molestó? Es que hace mucho que no toco...-murmuré, mirando de reojo el instrumento.
Recordaba como los reyes me lo habían regalado, generosamente. Estaba muy agradecida con el reino de Alemania, en estos momentos era lo más cercano que tenía a mi familia anterior.

-No me molesta- le dije con una sonrisa al ver que bajaba la tapa del piano un poco apenada.

-Tocas muy bien.- le dije, las dulces notas del piano que un flotaban en el aire me habian hecho relajarme un poco.

Estaba mas conmocionaa que otra cosa, las cosas no pintaban nada faciles para el futuro y eso me preocupaba.

-Me alegra que le guste -le dije, con una amplia sonrisa, mi padre había sido el único que elogió alguna vez mi forma de tocar -. Aprendí a tocarlo cuando era niña...y practico para no olvidarlo. Aunque algunas canciones se me han ido de la mente.-reconocí, ante los problemas de las batallas y entrenarme para pelear, controlar mi nueva habilidad e intentar no conventirme en un lobo gigante cada vez que me enfadaba...resultaba dificil recordar todas las melodías que había aprendido en mi infancia.

-Es bueno, si quieres podriamos conseguir algunas partituras de la orquesta del castillo, para que aprendas nuevas- dije tratando de animarla.

La miré algo sorprendida, no sabía que estaba permitido dar las partituras de la orquesta a alguien de la guardia.
-Yo...la verdad...sería fantástico. Muchas gracias -sonreí con entusiasmo, y miré al suelo unos segundos -. ¿Sabe? Hace mucho que no veo al rey o la reina...-comenté, cambiando el tema.

-Claro, todos necesitamos relajarnos de alguna forma. Y si esta en mis manos que mi guardia este tranquila los ayudare- le dije sinceramente.

Me hele ante la mencion de mis padres.

-Siguen de viaje, con Nico. Los extraño tanto, mas a mi hermano, no tengo idea de cuando vuelvan.

-De verdad, princesa. Se lo agradezco mucho -volví a sonreír con sinceridad, podría volver a tocar mi piano con más frecuencia, canciones nuevas, nuevos cosquilleos en la piel producidos al tocar las teclas...amaba esa sensación, era maravillosamente indescriptible.
-. Oh, ya veo...-murmuré simplemente, me había enterado de que los reyes habían salido hace ya un tiempo, junto al príncipe, el cual nunca había conocido - seguramente regresarán pronto, junto con su hermano.-cerré los ojos unos segundos, sin poder evitarlo...la mención de su familia hizo que recordara a la mía. Mis padres adoptivos sonriéndome en mis vagos y nebulosos recuerdos.
Abrí los ojos con rapidez, para que no se notara lo que había ocurrido. No me gustaba verme debil frente a nadie.

-¿Que pasaDiana? ¿Poe que esa cara?- dije al notar un peuqeño cambio de su felicidad por las partituras... algo habia psado o recordado que la hacia infeliz.

¡Maldita sea! ¿Era tan inutil como para no poder ocultar una simple mueca en mi rostro?
Sacudí la cabeza, restándole importancia al asunto, y haciendo un ademán con la mano.
-No es nada que deba preocuparla -le aseguré, con una sonrisa de lado para que sonara más convincente -. Sólo vagos recuerdos que vienen a mi mente de vez en cuando. Pero nada para importunarse.
Dirigí mi atención al piano de nuevo, y acomodé las partituras distraídamente.

-De acuerdo Diana como gustes- no quise presionarla mas, si tenia algo que quisiera compartir conmigo esperaba que lo hiciera cuando ella quisiera.

-Y dime... ¿desde cuando volviste a tocar?- recordaba que ultimamente no habia tocado.